viernes, 27 de mayo de 2011

Lecturas sobre la Revolución de Mayo en la Biblioteca Le Pera

Mariano Moreno. Cartas, anécdotas y testimonios. Textos de ayer para la Argentina de mañana (Arte Gráfico Editorial Argentino, 2002: 15-16)

Mariano Moreno fue uno de los impulsores de la Revolución de Mayo y quien incentivó la fundación de la Biblioteca Pública, origen de nuestra actual Biblioteca Nacional.
A continuación citamos la Jura de la Junta Provisoria, publicada por la Gazeta de Buenos Ayres el 7 de junio de 1810:

Nada se presenta más magnífico a la consideración del hombre filósofo que el espectáculo de un pueblo que elige sin tumultos personas que merecen su confianza y a quienes encarga el cuidado de su gobierno. Buenos Ayres había dado una lección al mundo entero por la madurez y moderación con que en el congreso general se examinaron las grandes cuestiones que iban a decidir su suerte, y el feliz resultado de tan respetable asamblea produjo la augusta ceremonia del juramento solemne con que se estrecharon los vínculos para la religiosa observancia de lo que la pluralidad habìa sancionado. Dos tardes seguidas apenas bastaron para recibir los votos de los funcionarios públicos e incorporaciones más respetables. El eclesiástico, el regular, el militar, el togado, el empleado, el vecino, todos concurrieron a jurar la firmeza y estabilidad de la nueva obra, porque todos reconocieron su justicia, confesaron su necesidad y vieron el interés común íntimamente unido al particular de sus personas.

Las almas sensibles desfallecían con la novedad de una impresión dulcísima, a que no estaban acostumbradas, un numeroso cuadro de tropas en quienes la ternira ocupaba el lugar de la ferocidad que las distinguió en los combates, la asistencia de los oficiales de la marina inglesa, y principales individuos de su comercio, el prelado de la Iglesia y jefes de todas las corporaciones públicas, alternando con los nuevos representantes del pueblo, y dando a éste desde los balcones de las casas consistoriales una prueba nada equívoca de la sinceridad de sus sentimientos; el estruendo de la artillería aumentando por las aclamaciones y vivas de veinte mil espectadores; la salva de los buques ingleses que celebraban una función que sus jefes estaban admirando; el conjunto de mil circunstancias que felizmente se agolpan en los sucesos grandes; todo producía la ternura, la confianza, las esperanzas más seguras, y elevando las almas de los jóvenes, arrancaba lágrimas a los viejos, para quienes dejó de ser terrible la muerte después de haber visto un día tan glorioso. La fórmula del juramento fue la siguiente:
¿Juráis a Dios nuestro Señor y estos Santos Evangelios, reconocer la Junta Provisional Gubernativa del Río de la Plata, a nombre del señor Don Fernando VII, y para guarda de sus augustos derechos; obedecer sus órdenes y decretos; y no atentar directa ni indirectamente contra su autoridad, propendiendo pública y privadamente a su seguridad y respeto?
Todos juraron; y todos morirán, antes que quebranten la sagrada obligación que se han impuesto.

Si bien la Junta juró a nombre del rey Fernando VII, Moreno lo hizo por razones tácticas: la emancipación formaó parte de su ideario desde los primeros tiempos de la Revolución. 


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